¡Qué balazo!
¡Y justo a mis espaldas!
Crucé volando un pasillo estrecho y me encontré sobre el campo de batalla.
Resplandecà al sol -es que soy de bronce-.
Lo tenÃa claro:
debÃa volar siempre pa'lante y no podÃa... sÃ, desviarme.
Era justo en primavera y el aire era muy guay...
A una colega mÃa la dispararon a la lluvia
¡y de qué mala gana fue!
Pero el destino es asÃ.
Mi destino tenÃa un casco gris en la cabeza.
Me marcó el rumbo y entonces volé...
y el aire era tan guay, hacia sol, en fin, como para una excursión.
Y mientras vuelo, entonces, de repente, paso ante un tipo... como dirÃa...
podrÃa estar muy bueno... pero ya hacÃa mucho que no se afeitaba y estaba lleno de polvo.
Algo en mà empezó a decir:
chica, ése era el tuyo.
¿Y ahora qué?
¿Regreso?
No soy un bumerang.
Seguà volando.
Qué aire tan guay hacÃa, sólo que yo seguÃa pensando en ése - ya sabéis, el que podrÃa ser un bollazo pero que no se afeitaba.
Pues ése, al que pasé de largo.
A lo mejor lo consiguió otra.
Como se me pasó esto por la cabeza, empecé a tener celos.
Algo me arrastraba a ese tÃo bueno polvoriento.
¿Sabéis?, era terrible.
De repente empecé a sentir que era él.
Y que tal vez otra lo habÃa conseguido.
Inútilmente me repetÃa que seguro que otro me estarÃa esperando...
¡No esperaba!
En ese momento volaba al lado de un pinar y caà en la cuenta de que me habÃa perdido.
Ya sabéis, una bala perdida es la que tira toda su vida por la borda.
Y en eso, detrás del bosque habÃan remolcado una especie de carro y encima de él mantas y ropa...y al lado del carro se tambaleaba un niño pequeño.
Me di cuenta de que habÃa llegado mi oportunidad.
Ya me sentÃa un poco débil, pero reunà todas mis fuerzas para no seguir siendo una solterona.
Pero ya era tarde.
Tan sólo me di un golpe contra una olla de hojalata estaba atada al carro- y me desplomé.
Justo a los pies de aquel chiquitÃn.
Entonces él me recogió torpemente del suelo y sonrió.
TodavÃa estaba tibia...