Las
Escuelas catedralicias primero y los Colegios y Estudios Generales
después, creados por iniciativa real, privada o eclesiástica
y refrendados por Bulas papales llevarán a la creación
de las Universidades, concebidas, como ellos, como comunidades
de maestros y discípulos, pero con la facultad de conferir
grados. Las Constituciones, Estatutos, Ordinaciones
y sus diversas reformas van desarrollando las normas
que acabarán por separar definitivamente a Universidades y Colegios.
Las sucesivas ediciones de estos textos prueban cómo la normativa
que las rige llega a contemplar hasta el detalle más
aparentemente insignificante de la vida académica y se
va complicando con el paso del tiempo.
Constituciones y Estatutos constituyen las credenciales
de la universidad e importantes fuentes para su historia.
Aunque algunos de los más antiguos textos se perdieron
y otros no están ya en la universidad; son numerosos los ejemplares
que forman parte del patrimonio histórico universitario. En
general son excelentes muestras de la tipografía local,
en ocasiones adornadas por bellos grabados, que las universidades
conservan con magníficas encuadernaciones
Algunos de los ejemplares contienen,
encuadernados en el mismo volumen, distintos estatutos
y constituciones u otros textos normativos, impresos o manuscritos
como si hubieran sido de uso y consulta cotidiano en la gestión
de universidad.
Los once ejemplares que se exponen son una muestra
de los que se encuentran en las Bibliotecas Universitarias,
empezando por la primera edición, incunable, de las Constituciones
de Salamanca, dadas por Martín V en 1422, que la biblioteca
salmantina conserva también manuscritas y ofrecen para esta ocasión
el interés de contener ciertas disposiciones sobre la compra
de libros e incluso dotación presupuestaria para ellos.
Como Salamanca, Valladolid conserva también copia
manuscrita de los Estatutos en castellano, que se exponen
impresos sobre pergamino.
En el caso de las Constituciones de Alcalá, redactadas
por Cisneros, el ejemplar expuesto se guarda en la Biblioteca
Universitaria de Murcia; mientras que los de las universidades
de Huesca y Cervera, ya extinguidas, se conservan en las bibliotecas
universitarias de Barcelona y Zaragoza respectivamente .
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