EN LA CUNA DE LA IMPRENTA
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El conjunto que figura en la exposición es solo una breve muestra de los cerca de cuatro mil ejemplares que forman la colección universitaria de incunables; colección que, junto con la de manuscritos, constituye la parte más valiosa del patrimonio bibliográfico histórico universitario y cuenta con numerosas piezas singulares o de extraordinaria rareza . Las obras expuestas permiten al visitante comprobar la perfección del nuevo arte de la imprenta desde su nacimiento en la Biblia de las 42 líneas, tenido por el primer libro impreso en el mundo; seguir su rápida difusión por Europa contemplando el Cicerón de Subiaco, primera obra impresa fuera de Alemania, y un conjunto de primeras ediciones de los clásicos: Virgilio, Cornelio Celso, Tucídides, en traducción de Lorenzo Valla, salidas de las prensas incunables italianas; o la Expositio super Summulas Petri Hispani de Johannes Versor, el texto de lógica más utilizado en las escuelas de artes, producto de las francesas; y admirar las bellas xilografías de los primeros impresos ilustrados en el Compost et Calendrier des Bergères, la Stultífera navis de Sebastian Brant, la Divina Comedia o la extraordinaria edición aldina de la Hypnerotomachia Poliphilii. La selección de incunables españoles se inicia con dos obras atribuídas a la imprenta segoviana de Juan Parix, (c. 1472-74); considerado el primer tipógrafo establecido en España, para recorrer diversas ciudades con imprenta y con estudios generales o nacientes universidades y mostrar las que se consideran primeras obras salidas de sus talleres: en Valencia las Obres o Trobes en lahors de la Verge Maria, en Zaragoza el Manípulus curatorum, en Barcelona el Salustio, en Sevilla el Repertorium de Díaz de Montalvo, en Lérida el Breviarium Ilerdense, en Granada la Vita Jesu Christi de Eximenis, o en Pamplona el Fascículus Medicinae de Ketham. De otras, si no los primeros impresos, sí ediciones de sus primeros impresores: Fadrique de Basilea y Juan de Burgos en Burgos, o de los más destacados: Pedro Hagenbach en Toledo o la tipografía Nebrissense en Salamanca. Además
de ese interés tipográfico, el conjunto representa el amplio abanico de
materias que cubrió imprenta incunable y de las lenguas diversas de los
primeros impresos: desde la Biblia latina y obras de carácter religioso,
las más numerosas en la producción y en nuestras bibliotecas, por su procedencia,
con varias muestras de los “manuales” para uso de los párrocos, al Arte
del Ajedrez, pasando por los clásicos ya mencionados, a los que se
suman Aristóteles, Esopo o Mela, impresos en España; y junto a ellos la
literatura medieval o renacentista, representada por obras tan notables
como el Pamphilus De Amore, Las Obres o Trobes ya citadas
y Tirant lo Blanch, el rarísimo Baladro del Sabio Merlín,
la Stultifera navis, La Divina Comedia; por los textos escolares
entre los que la gramática, latina o castellana, ocupa el primer lugar
con autores como Johannes Grammaticus, Datus, Versor, Pastrana, Nepos
o Nebrija, que no por muy conocidas pueden dejar de mostrarse en un ámbito
universitario; por la historia, con el Fascículus temporum y los
viajes con la Peregrinación de Breidenbach en traducción castellana
de Martínez de Ampiés; y por varios textos jurídicos: unas Constituciones
de Cataluña, los Libelos del Dr. Infante y varias leyes que los acompañan;
y una amplia representación de tratados de medicina: la versión alemana
del Hortus Sanitatis, la Cirugía de Guy de Chauliac, La
cura de la piedra y del dolor de la ijada, de Julián Gutiérrez,
el ya citado Fascículus Medicinae de Ketham, De Epidemia
et Peste de Vasco de Taranta. |