Andrea Veiga, GCiencia.
En medio del ruido de una guerra que obligó a numerosos investigadores ucranianos a abandonar sus laboratorios, el doctor Oleg Dimitriev encontró en Santiago de Compostela un lugar de calma y creación científica. Llegó en septiembre al Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (CiQUS), acogido por el programa ERC for Ukraine, una iniciativa europea destinada a ofrecer apoyo a científicos desplazados por el conflicto.
Manuel Souto, investigador principal del CiQUS y líder del grupo ElectroMolMat, comenzó a inscribirse en diversas iniciativas europeas en el año 2022, coincidiendo con el estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania, con el objetivo de acoger refugiados ucranianos, especialmente investigadores. El Consejo Europeo de Investigación (ERC) animaba entonces a los investigadores de excelencia en Europa a ofrecer acogida a sus homólogos ucranianos.
Fue así como el doctor Dimitriev, que trabaja actualmente en el Instituto de Física de Semiconductores en la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania (Kiev), logró contactar con Souto en febrero a través de una de las listas que se difundían entre investigadores ucranianos. Entre ataques con drones y alarmas aéreas, Dimitriev buscaba una vía de escape. "A partir del interés mutuo y la sinergia entre nuestras líneas de investigación, me escribió por mi experiencia", recuerda el investigador del CiQUS.
En su centro de origen, la investigación de Oleg Dimitriev se centra en la electrónica orgánica, concretamente en las propiedades ópticas de las moléculas orgánicas y de los polímeros conductores. "Estudio diferentes características ópticas, como la absorción, la fotoluminiscencia, la conversión de energía y otras propiedades relacionadas", explica el investigador de Kiev, un campo en el que también trabajan en Santiago: "Aquí sintetizan moléculas orgánicas con propiedades ópticas interesantes", comenta.
Según explica Manuel Souto, el programa ERC for Ukraine nació con el objetivo de facilitar la contratación de investigadores ucranianos refugiados. "Buscaban que los investigadores principales de proyectos ERC contratasen y apoyasen a personal ucraniano, siempre con un encaje en su línea de investigación", comenta.
Su estancia, financiada por Manuel Souto hasta finales de octubre, se tradujo en dos meses intensos y productivos tanto en el ámbito científico como en el educativo, e incluso dio lugar al inicio de una nueva colaboración. "Tengo experiencia no solo en la investigación, sino también en la docencia", explica Dimitriev. En esa línea, desarrolló un curso especializado sobre fotofísica de moléculas orgánicas, que ya había impartido anteriormente en la Universidad de Linköping (Suecia).
El objetivo de Oleg durante su estancia en Santiago, además de avanzar en su investigación, era acercar su conocimiento a un nuevo público interesado en la fotofísica orgánica. La iniciativa contó desde el inicio con una excelente acogida tanto por parte de la Universidad de Santiago como del propio Manuel Souto.
Durante las dos primeras semanas de su estancia, Oleg Dimitriev impartió un curso dirigido a todos los estudiantes interesados en los fundamentos de la fotofísica de las moléculas orgánicas. Cerca de treinta estudiantes asistieron a las sesiones de esta formación, que está estructurada en dos partes y comprende doce clases en total, de las cuales en esta ocasión se desarrolló solo la primera parte.
"La primera parte se centró en los conocimientos básicos: procesos de excitación, transferencia, conversión y relajación de energía", explica Dimitriev, quien destaca que todos estos procesos son fundamentales en su campo de investigación. Su objetivo principal era que los participantes adquiriesen la capacidad de describir y comprender estos fenómenos con precisión.
Estas sesiones resultaron enriquecedoras, tanto para el docente como para el alumnado. "Oleg Dimitriev compartió su amplia experiencia en el ámbito de la fotofísica orgánica", señala Manuel Souto, quien subraya la alta implicación de los estudiantes, reflejada en sus preguntas, responsabilidad e interés por relacionar los contenidos del curso con sus propios proyectos de investigación.
La estancia de Dimitriev en Santiago también tuvo impacto en la investigación, ya que dio lugar al inicio de una colaboración con el grupo ElectroMolMat, comenzada incluso antes de su llegada al CiQUS. "Nos ayudó a interpretar datos de luminiscencia y las propiedades ópticas de las moléculas orgánicas, como experto en fotofísica", explica Manuel Souto.
Con su traslado, la colaboración se intensificó y permitió comenzar la redacción de artículos de investigación conjuntos. "Está siendo una estancia muy productiva", añade Souto, porque la proximidad facilita la interacción y el intercambio de ideas.
El papel de Oleg Dimitriev dentro del grupo se centra en la interpretación de datos de fluorescencia de moléculas orgánicas especialmente relevantes, analizando espectros de emisión y su potencial óptico. "Hay técnicas específicas en las que él es experto, y nos permiten comprender mejor las propiedades luminiscentes de nuestras moléculas", señala Souto, quien destaca el valor complementario que aporta al trabajo del equipo.
Además, el doctor Dimitriev propuso un nuevo proyecto: un experimento para estudiar las propiedades estructurales de las moléculas mediante difracción de rayos X. En este momento, el experimento se encuentra en marcha, abriendo nuevas vías de investigación.
La lección más profunda que deja esta estancia va más allá del conocimiento científico y entra en el terreno humano: "Para mí, lo más enriquecedor es que ayudas a una persona que podrías ser tú", explica Manuel Souto. La acogida de un investigador procedente de un país en conflicto bélico pone de manifiesto el valor humano y solidario de la ciencia, que va mucho más allá de los laboratorios.
Uno de los momentos más emocionantes que recuerda Souto es el vivido en el primer día de la llegada de Oleg a Santiago, cuando el investigador pudo reencontrarse con sus hijas después de dos años sin verlas. Además, en el grupo ElectroMolMat encontró una segunda familia: un equipo internacional en el que se habla principalmente inglés y donde Oleg se integró con facilidad, participando en seminarios y colaborando en los proyectos de los estudiantes.
Durante su primera semana, Dimitriev se dedicó a adaptarse al nuevo entorno, que le resultaba totalmente nuevo. Pronto, sin embargo, Santiago de Compostela entró en su corazón: "Es una ciudad pequeña, con muchos turistas y una naturaleza hermosa". También destaca el clima suave, muy distinto al frío y a las lluvias intensas de Ucrania en estos meses de otoño. En su experiencia, incluso se atrevió a tomar un baño en las frías aguas del Atlántico.
"Lo importante es librarnos de esta situación de guerra, porque quedarse en Ucrania no es muy sencillo", señala Dimitriev, quien habla desde la tranquilidad y gratitud por el tiempo que pasa en el CiQUS. Para Souto, esta experiencia resume una idea esencial: "La ciencia no tiene fronteras".

Oleg Dimitriev en el CiQUS.

Oleg Dimitriev con miembros del grupo Electromolmat.

